miércoles, 3 de agosto de 2011

El estilo Banville



Texto publicado en El Jolgorio Cultural de Oaxaca


Si lo reducimos a la anécdota, a la trama pura del relato, la novela de Banville, en este caso El mar, no nos dice nada, no va a sorprendernos. Si el tratamiento es entonces nuestro interés, allí radica el peso de su prosa y se aprecia al instante. Como los temas han sido agotados desde hace ya mucho tiempo, al volver al relato de la condena, el regreso, la recapitulación de una vida, la convalecencia por la muerte cercana, éste no puede abordarse sino desde ópticas y distancias diferentes. Eso lo distingue.


El mar es el ejemplo más vivo de una literatura que nos contará las mismas historias pero desde nuevos desconciertos o, por qué no, nuevas confusiones, desde un romántico y extraviado amor por la lengua. Se nos dice: el dolor será mayor en un relato no al enunciarse sino al recrearse, es decir, al provocarse en el lector. Para algunos resultará de mal gusto decirlo con toda claridad: El mar no es una novela sobre el dolor, sino una novela que duele.


Los calificativos a la prosa del irlandés son un síntoma. Si Banville es un “estilista del lenguaje”, como lo definió George Steiner, se concluye que, a diferencia de muchos escritores en lengua inglesa y por desgracia de otros tantos en nuestras lenguas cercanas, nos hallamos frente a un escritor con un estilo propio. Sorpresa gratificante y contemporánea. Se pondera su tratamiento del lenguaje, su meticulosidad, la paciencia de encontrar y pulir una frase auténtica y desnuda, el talento para conducir y dosificar un relato, armas y condiciones que deberían compartir, casi como un credo, los narradores que se precien.


¿Banville, por tanto, es un extraño en la prosa inglesa contemporánea? Se necesitaría conocer a cabalidad esa literatura, pero ése es el resumen de su crítica más celebrada. Ya se ha dicho, Banville se impone como un escritor con un estilo propio que sorprende y maravilla como maravillan los clásicos. ¿Cómo se distingue hoy la prosa de un escritor y otro? ¿Qué se persigue hoy que no sea una anécdota rimbombante? Frente a nosotros, la enfermedad se descubre: el estilo ha dejado de cultivarse.


John Banville, El mar, Anagrama (panorama de narrativas 644), Barcelona, 2005, 219 pp.

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