viernes, 20 de julio de 2007

De súbito, casi como un suspiro



Luego de una pausa, regreso. Escribir todos los días sería una tortura, por eso tardo en volver. De cualquier forma escribo estas líneas sin rumbo, aguardando que algo se presente en ellas, una gran idea, una nueva forma. Es difícil. Aunque si lo pensamos bien, los descubrimientos mayores se dan así, en el ocio de la escritura, en la verborrea por gula.

Aquí a veces llueve, otras sólo amenaza. Voy de un lado para otro. Leo. Me siento frente a una computadora con la intención de escribir una gran página. Me acuesto en un rincón y miro el techo de mi casa. Imagino que pronto un fantasma ha de habitarla. Por lo menos para que me den ganas de irme de una buena vez. Es decir, la vida permanece en su sitio, esperando segura los fúnebres ramos, la tierra húmeda o seca sobre sí, una lápida de letras.

De repente, como antaño, todo me sorprende otra vez. Salgo a la calle para la sorpresa.

De súbito, casi como un suspiro, el ostracismo.

Vuelvo a la caverna.