jueves, 10 de julio de 2008

Escribir, dejar de hacerlo

Como decía meses atrás aquí mismo: difícil escribir todos los días, tratar de escribir una página decente cada mañana. Admirable quien escribe diario como si fuese el desayuno. Todo es un proceso mental. Al menos así lo creo. Para otros, supongo, ese proceso en el que maduran las palabras y las frases es continuo. Para mí es fragmentado, la maduración es lenta. Claro, si me impongo un ritmo de escritura es seguro que lo cumpla. El resultado, empero, sera una auténtica trama de barbaridades. Necesitaría escapar del mundo para hacerlo. Porque el mundo me distrae de la escritura (afortunadamente). Necesitaría de una habitación cerrada, del mundo detenido, callado, lejos de la cabeza. Pero sin el mundo moviéndose difícil también la escritura, imposible un milagro secreto de factura borgesiana. La escritura requiere del tiempo que corre, de los segundos que se utilizan para escribir esta palabra. Ergo, escribir y dejar de hacerlo resultan una actitud semejante, un círculo vicioso en el que, una vez adentro, hay que perder toda esperanza.